martes, 20 de mayo de 2014

Palabras en la guerra

Mi ángel:

La guerra me ha convertido en un monstruo. Me alisté pensando que lucharía por algo justo, y, aunque siga pensando eso, no puedo justificar ni uno solo de mis actos como soldado. En el campo de batalla nadie es mejor que nadie. No hay buenos ni tampoco malos. Todos somos asesinos, asesinos con permiso para abrir fuego. Y mi amor, no puedo describir el horror de ver a personas muriendo constantemente a mi alrededor, ni el olor de la guerra, ni el sufrimiento de cada grito ni la desesperación de quienes, malheridos, se arrastran a buscar el escondite más próximo.

Mi fusil ha devorado el alma de dios sabe cuántos... y todas ahora pesan sobre mi conciencia. No imaginaba que esto sería tan desolador...
Hoy sabemos que no nos quedan muchos recursos, y que las tropas contra las que nos enfrentamos se acercan a paso muy ligero.

Mi cielo... Se que nunca más volveré a verte. Y si lo hiciera por alguna remota casualidad o milagro, nunca podría perdonarme semejante acto de maldad por haber matado a hombres que tenían también una familia. Asi que esta es mi última carta, y te pido que nuestro hijo nunca sepa que su padre ha sido un asesino. Que sepa que la guerra es el peor invento que el ser humano ha ingeniado en su historia, y que desde donde yo pueda estar en el más allá protegeré vuestras vidas con toda mi existencia.
Se me parte el corazón al pensar en el futuro que os quedará con mi muerte en estos días venideros, pero ni todo el amor ni toda la voluntad del mundo me sacará de la crudeza de esta guerra.
Nunca he dejado de pensar en ti, nunca he cesado en rezar todo lo que conozco ante tu foto. Has sido siempre lo que me ha impulsado para tener una esperanza en el día de mañana, y siempre será así mi corazón.

No encuentro más palabra que el silencio entre disparos en esta pequeña tregua invernal. Y no tengo más remedio que despedirme con lágrimas en los ojos, y un temblor que difícilmente puedo controlar. Cuida del pequeño para que el día de mañana sea un ejemplo a seguir. Y vaya donde vaya, nunca me olvidaré de ti.

Te amo, mi ángel.

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