domingo, 27 de octubre de 2019

"Amor,
o lo que algunos confunden
con ganas de follar,
de que los escuchen,
de sentirse alguien,
o incluso superiores a los demás.
Lo que muchos piden
y pocos dan,
¿que no?
Hay que ser sinceros, por favor.
No hace daño aceptar imperfecciones,
hace daño atribuirlas a la sociedad.
No es lo mismo ir con la verdad
por delante,
que ir por delante de la verdad.
Amor se concibe como una excusa
para ser perfectos
y que no se note mucho la farsa,
y la sociedad no te ha obligado
a ser tan subnormal con el temita.
Antes querían poemas
y ahora quieren llorar novelas
sobre un hombro
que no las tache de ser profundamente
superficiales.
Un error lo tiene cualquiera,
pero setenta y cuatro errores
solo los tiene alguien que no quiere ver.
'Me enamoro de las piedras del camino'
que es lo mismo que decir
que te atrae más el color del ojo
que el color del corazón.
Amor para que os entiendan,
no para que sepáis explicaros, ¿eh?
Como un libro cerrado,
y pretenden que sepan dónde quieren cenar
esta noche,
qué serie ver,
qué discoteca elegir para gastar la vida,
cualquier cosa menos amar.
Lo fácil vale seis euros la cena,
cinco euros la entrada,
dos cincuenta la chocolatina del veinticuatro horas,
y tres noventa la cajita de condones.
Lo difícil vale cero euros en el momento,
y que el momento dure toda la vida.
El amor como una necesidad
de estatus social,
lo dice la música pop.
El amor como un requisito para ser felices,
dicen los expertos.
Nadie ha comprendido todavía
que se refieren a amor hacia uno mismo."
"Vienes a mi casa
sin limpiarte los zapatos.
Traes vino medio qué,
y una sonrisa de broche
para el vestido de croché.
Dejo pasar lo de los zapatos,
que no se te olvide.
'¿Te sirvo?' y no me das ni tiempo:
la botella en tu mano se calienta
levemente,
como mis mejillas cuando veo
que me sirves también.
La iniciativa de una guerrillera,
mejores altercados comenzaron
guerras devastadoras;
pero ninguna como la de esta mesa
entre tu plato y el mío.
'¿Soy yo o esto sube muy rápido?'
y la risa se apodera despacio
de los temas cliché
y las últimas tendencias
sociales que rondan por nuestras bocas.
Te miro solo cuando tú no lo haces,
tratando de buscar
más temas de conversación.
Y el silencio se me hace como un día
sin agua.
Un calor asfixiante,
que se disipa y vuelve
tan rápido como respiras,
tratando también de poner una palabra
sobre la mesa que nos vuelva a unir.
Eres un torbellino
bebamos o no,
y ya da igual lo de los zapatos.
Ya da igual hablar.
Ya da igual la cena.
El torbellino de tu voz me deja sin aliento,
y yo tan feliz por perderme,
por quedar inconsciente,
He olvidado cómo ser un caballero
pero por lo menos puedo ser
yo mismo:
más de lo que puedo pedir
a un mundo que lucha por dar la espalda
a la verdad.
Y la verdad...
más de lo que el mundo podría darme
en su estado más ideal.
'El vino se ha acabado' y tú me respondes:
'pero nosotros no'.
Ya ni siquiera es mi casa del todo,
¿verdad? "

asads

"Oh amor,
el de verdad.
Me cogiste
en bragas
con la ventana abierta
y un cubata
decorando mi mano.
Qué pesado
y cuánto me gusta,
coño.
No avisaste
y eso que te di mi número
contadísimas veces,
mamona.
Y ahora te has presentado
yo que me iba a mudar
a la sierra por coño
yo solo
y algún juego
pa echarlo hasta morirme
de la pena.
Y a ti no te doy pena
que ni me has dejado respirar
entre tanto humo de tren
y cigarros exóticos.
Qué me traes,
a ver,
ya veo.
No me mires así,
no […]
Vale sí.
Tú ganas,
pedazo de fullero.
Tú ganas, me quedo
contigo
una vez más,
y nada de trucos raros.
Ya desempaco
lo recogido,
y pongo un té
con pastas,
aunque sean rancias.
Ya me conoces,
no me cuido
ni a mi mismo
ni a ti.
Pero veo que te sabes manejar
a solas.
La encontraste al límite,
como a mi,
hijoputa,
y bien que te gusta juntar
tanta inestabilidad
para autocomplacerte
creyendo en nuestra especie.
Y yo con estos pelos,
estos pensamientos,
estas expectativas
de vida de chamán
montañero
con suscripción al
Discovery Max.
Lo dicho,
eres una mamona.
Oportunista
y certero.
Justo en mi momento
de poder empezar de nuevo,
pones un clavo
en mi camino
y yo como un subnormal
me caigo.
Soy feliz.
¿Soy feliz?
No me lo puedo creer.
De repente.
Y todo por tu culpa,
magnífica
y absoluta culpa.

Gracias."

Hay gatos

"Hay gatos con siete vidas
y gatos con una vida que vale por siete.
Se les cree ariscos y sin apego,
pero eso solo es un pretexto de lo auténtico.
Les da lo mismo trepar una fachada
que un corazón repleto de cornisas.
Pueden caer de pie desde un segundo
o hacer que caigas en un segundo a sus pies.
O zarpitas.
Con la suavidad de una pluma
confían su descanso en tu comodidad:
un gesto tan inocuo con sus zarpas
incluye todo lo absolutamente íntimo
que es confiar una vida de esas cuantas.
Entonces se dispone a dormir
pero no de cualquier manera:
debe dejar claro que su cojin en este caso
es su protección y su salvoconducto,
que por un rato solo quiere apartar la rutina,
ronronear y dar un par de vueltecitas,
mullir un poco más lo que aún estaba duro,
y decirte que te quiere en su vida,
en la siguiente,
y en la siguiente,
y así.
¡Como para no estar enamorados de sus ruiditos...!"

jueves, 28 de enero de 2016

Black Mirror

"Lo veo. Como si fuera ayer, hace una semana o un mes, y hoy. Lo veo porque no hay mar en mi cara que me lo impida, porque por fin he dejado las frases de despedida de película cutre en el otro abrigo. Y se me hace amargo.
Te me haces amarga cuando me diriges la mirada aunque ya no esté ahí, o bajo ningún foco.  Es áspero notar este aire que ya no nos rodea, este suelo calcinado en alma y crujiente, estas paredes que lloran pintura quebrada. No soy yo quien se postra en esta imagen, sonriente en tu espacio vital; pero ahora soy yo quien te observa desde ese interior aún impoluto, esterilizado. Y lo veo.
Veo rayos erguirse en el horizonte. De terciopelo negro y ángulos no euclidianos. No me queda mucho tiempo que describir, porque soy yo quien viene, y soy yo quien huye esta vez.
Soy yo y ni me reconozco. Mi cara se desborda y grito en el reflejo del reflejo de mis pupilas.
"Pero ya - me digo - no quiero ver."
Y jamás he querido más no querer que ahora.

Cierro los ojos para siempre en esta vida, porque cuando los abra tú no estarás, y yo no estaré."

lunes, 4 de enero de 2016

Una buena aliada

"Creí haber descubierto un idioma totalmente nuevo cuando puse mis manos en sus teclas de marfil. Pero, en realidad, me estaba dando cuenta de que yo no era solo la superficie que me atrevía a conocer. El idioma no era nuevo en lo profundo de mi propio universo: era yo quien debía tomar el papel de explorador.
Tal y como describiría la relatividad si habláramos de agujeros negros, el tiempo dentro de su influencia pasaba más despacio. El mundo parecía situarse tras un cristal translúcido ámbar, alejado de mi conversación conmigo mismo. Las prisas no existían: entre cada nota podía vivir en un lugar distinto, y viajar en cada arpegio a la velocidad de la luz, aunque tuviera que llevar la "negra" a 45.
Dejé de pensar en mí como un individuo, y lo hice como una vibración más que necesitaba entrar en frecuencia con lo que le rodea: aquella persona, aquella meta, aquel sueño, aquel objetivo, aquellas pérdidas que nunca había superado o aquellas apariciones que no esperaba.
Encontré en su suave timbre el empujón necesario, y como si del efecto mariposa se tratara, la realidad se tornaba brillante, de ápice en ápice, como fichas de dominó.

Y ya no necesitaba palabras: con sus pausas entre unas y otras; con sus ritmos y medidas premeditados; con sus normas y reglamento. Ya no necesitaba palabras, ni la proyección, ni la crítica ni lo disimulado burlesco de todo el mundo. Me di cuenta entonces de lo vital en sus tonos y melodías, como si fuera un alegre y tintineante pulmón artificial, pero sin la seriedad de una situación real. Porque todo dejaba atrás la seriedad de un mundo que se mordía a si mismo por egoísta, y se daba así paso a vivir en armonía, eso sí, sin armaduras de por medio. Saltaba como un crío pequeño sobre un puente en blanco y negro, y todo dejó definitivamente de importarme más de lo necesario."

Para algunos, el mundo es un pañuelo.
Para mí, sin duda es música sobre un piano.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Por una vez, déjame responder

¿Es esta la vida que de verdad quiero vivir? La de pequeños momentos de felicidad, rodeados de catástrofes naturales por doquier; la de vivir el "ahora" porque le he pedido permiso al ayer y me ha dejado a regañadientes. Si algo es inmortal en este mundo, sin duda es esta pregunta. 

Y si algo realmente cambia cada segundo, es su respuesta. He creído ser protagonista de la vida que me ha tocado vivir, de la historia que me cayó del cielo. Que todo esto puede ser la novela mal ejecutada de un ser que se las da también de escritor "medio qué" y que cada suceso forme parte de una enrevesada trama sin pies ni cabeza. Puede ser, del mismo modo que también sea algo que existe y no existe al mismo tiempo: existe en mi mente, tal y como yo la diseño para cada segundo que, confío, va desembocando ante mi; y no existe como tal ante los ojos de los demás, ni ante la humanidad.
La respuesta por la que lucho día sí, y noche también, para que sea un "no, no es esta del todo la vida que quiero vivir." Porque no lo es, porque muchas veces no la he aceptado con esas pintas. Porque probablemente soy el ser menos conformista al que me enfrento cada vez que me miro al espejo. Y todo se vuelve difícil, "como la vida misma", para lo que yo tristemente defiendo en nombre de una vida tranquila, y sin mucho sobresalto. ¿Estoy siendo cobarde? 

Entonces observo. Observo a personas sonriendo por sucesos que considero ser totalmente superficiales, banales y vacíos; trasladando sueños e ilusiones por barco y avión, por los que pisan tierras nuevas si es necesario, y por los que remueven la que ya conocen a conciencia para preparar encuentros; confiando sus vidas en otras manos, algunas de porcelana y otras de latón, pero todas parecen lo suficientemente cálidas para cada ocasión. Observo felicidad, en un estado embrionario muy inicial, muy reducida a lo más simple, y yo envuelto en un halo de preguntas que persiguen la perfección. 

"¿Cómo puede hacer eso si el mundo es tan inseguro?"
"¿De dónde saca la valentía para esperarle?"
"¿Qué sentido tiene disfrutar de eso, si no es útil?"
"¿Quién le cuidará cuando le invada la soledad?"

Y la lista, sigue, y sigue, y sigue hasta perderse en el horizonte y volver por mi espalda en forma de "¿es esta la vida que de verdad quiero vivir?"
Estoy cansado de todo, como siempre, pero la respuesta sigue siendo que no: no es la vida que quiero vivir.
No quiero vivir preguntándome a cada momento acerca de posibilidades que ni siquiera existen, ni lo harán; no quiero vivir al margen de mi propio ser, acobardado por el hecho de que las cosas no salgan bien algunas veces; no quiero vivir presa del pánico en cada paso que doy, y cuestionando cada detalle que pueda hacerme daño; no quiero vivir en la sombra de otra persona, ni haciendo mímica convirtiéndome en un espejo para quienes ni siquiera represento una realidad. Al final, todo es tan simple como que quiero vivir.

Quiero vivir libre de mí mismo, pero respetuoso con mi propio ecosistema. Cuidar cada planta que hay en mi propio jardín: autoestima, valor, valentía, honor, bondad, honradez, sinceridad, naturalidad... Representar siempre lo mejor de mí mismo, porque solo así alcanzo lo más parecido a "felicidad" que conozco. Reconocer ser egoísta, sin que eso suponga que mi bienestar esté por encima de otro, ni que mi felicidad nazca a costa de la de los demás. Ofrecer a quien realmente lo merezca la sonrisa de alguien que nace nuevo cada día, así como la ayuda y el apoyo si son necesarios. Dejar atrás la cobardía, las preguntas y las respuestas especulativas. Respetar la felicidad de otras personas y no querer copiarlas, porque estaría dañando mi propio ser. 
Quiero vivir en paz con alguien que lleva muchísimos años escondido en un rincón oscuro de mi interior: y él sí que tiene miedo, pero de verdad. Vive aterrorizado porque las personas no siempre son lo que uno espera. El tiempo desentraña con su paso la verdadera naturaleza de quienes nos rodean, y algunas veces la identidad se separa de lo ideal, creando un conflicto que puede no sanar nunca. Ni el tiempo es efectivo ante algunas decepciones, y no es fácil ayudarse a uno mismo con las manos atadas a la espalda. Aunque siga fallando en el intento, me debo a ese pequeño temeroso del mundo y sus peligros, porque su esencia es la que llevo buscando todos estos años. Y así, debo ser el ejemplo ante mis propios ojos del cambio que quiero ver en este mundo.

Y esa búsqueda, acompañada de lucha, esfuerzo y sacrificio; esa batalla que despierta cada día un pedazo de mí que tira del otro en la oscuridad; esa llamada de socorro que a veces con suficiente oído puedo escuchar desde mi interior; esa dualidad representada en este texto.

Por una vez, puedo responder que "sí" a la vida que me espera al rescatar de este océano lo que fue mi galeón dorado: el corazón, puro y duro, que llama desesperadamente tras toda cortina de miedo e inseguridad.

"Esa sí es la vida por la que yo estaría dispuesto a luchar...
...incluso hasta morir en el intento si es necesario."