jueves, 29 de octubre de 2015

Robles

Es cuando te acuerdas, tras el tiempo que tenga que ser, que vibro desde dentro. Es cuando lanzas una frase, una palabra, un icono, un gesto o un sonido, donde crees que no hallarás ninguna respuesta.
Y que yo piense en lo especial que sería no haberme ido, aguantar como un roble el paso de los días, meses o años. Entonces hablo, y mucho más que eso. Hablo, sonrío, tiemblo, río, grito. Me convierto en la lámpara que alumbra una noche de historias y mantas. Soy el fuego de una hoguera en medio de una montaña. Soy el hogar de quienes no tendrían nada más que a uno mismo.
Lo especial que es abrir mis brazos y mis puertas, el calor que nunca perece, a vidas congeladas donde un segundo sabe a lustro. Y digo si te acuerdas, porque no existe calor si no hay frío con el que luchar. Porque no conozco el ser compañía, si no lo he deseado con todo mi ser. Y no olvido el refrán, que uno no valora lo que tiene […]
Ser un roble implica tener espíritu. Ser duro, profundo e inmóvil. Guardar un pedazo de mi, para que me recuerden cuando vuelvan y todo haya cambiado. Porque a veces solo deseamos sentir por un breve periodo de tiempo que todo vuelve a ser "como era antes."
Pero este roble no es silvestre.
Y si no hay riego no vibra, no tapa el viento sino se deja llevar con él. No hay raíces por lo que no siente, y no es calor por estar calado hasta las fibras.
Hay espíritu en la espera solitaria. Como mirar a la luna pasar, es desear tener una meta y olvidar durante un segundo lo que se interponga en el camino. Es observar la espera en su totalidad, pero olvidar que solo soy un árbol plantado para un propósito.
Así que el tiempo pasa, y al roble se le caen las hojas, se cubre de nieve.
Arde, hiedra que lo rodea, pero siempre espera.
Siempre espera.

Es cuando te acuerdas que, de solo tener dirección, mi vida adquiere un sentido. Y cuando lanzas la palabra en ese pozo sin fondo ni respuesta, aparezca lo inaudito de la espera. Aparezca un fuego que no se apaga, que no perezca...
Que me recuerde qué soy, seco por falta de agua y saciado de espíritu.

Soy un roble que solo quiere vivir en una maceta.