viernes, 16 de mayo de 2014

La cárcel de la verdad

Golpeó suavemente la pared, aprovechando el oportuno silencio que se produjo en el resto de celdas. Estaba tan fría como el ambiente, repleta de rasguños y arañazos, y hacía juego con el aire cargado de culpabilidad y lamentos:

- ¿Estás ahí?

Tras un silencio que se hizo eterno, esa voz sonó de nuevo:

- Claro que estoy aquí... ¿dónde crees que voy a ir?

- El silencio estaba matándome, y prefiero que lo haga la silla eléctrica antes que la soledad.

- La soledad es nuestra más fiel compañera, y el silencio es el mejor aliado para estar concentrado en nosotros mismos. Aproveché mi última voluntad para que el guarda de la puerta este me prestara un cuadernillo y un lápiz ... ¿Sabes? Necesitaba escribir. Escribir acerca de la libertad y la verdad... Porque a pesar de estar preso aquí, sigo creyendo que existe ese paraíso, ese objetivo que siempre he andado buscando. 

El silencio invadió la estancia durante un breve espacio de tiempo.

- Por favor, no te calles, háblame, sigue hablando.

- Nunca asesiné a esas chicas, ¿te lo puedes creer?... Ellos me metieron aquí por desprecio, pero en el fondo sé que la razón alcanza el nivel de terror. Me tienen miedo. Nos tienen miedo, y no somos distintos de vosotros, blancos. Nosotros tendremos el color de piel distinto, pero nuestros corazones son del mismo color que los vuestros. Y esa sarta de mentiras, de prejuicios y de ignorancia nos han perseguido, uno a uno, hasta asesinarnos por ninguna razón. Esta cárcel es la fiel representación de la mentira como arma de destrucción masiva, y el corredor de la muerte no es más que el único camino cierto que nos lleva a la liberación eterna. ¿Quieren matarnos? Acabad con nosotros, acabad conmigo, matadme, porque así podré salir de aquí, de este mundo de mentiras donde cada persona cree lo que más le conviene.

Podía oírse el recorrido del lápiz acariciando las hojas de aquel cuadernillo desde casi todas las celdas, y el eco de su voz retumbaba en cada esquina.

- Creo en la libertad, y creo en la verdad, aunque ambas no se encuentren en este mundo. He sido testigo de miles de mentiras antes de acabar aquí, y he visto con mis propios ojos personas que viven engañadas por una libertad muy bien pintada. No sois libres. No sois libres en un mundo donde todo es terror, donde os protegéis aunque ni siquiera sepáis de qué. No hay libertad donde existe la duda. Y la verdad... ¿dónde estará la verdad? Aquí y allá, cualquiera puede hablar, cualquiera puede decir algo. Por mucho que hoy nos duela reconocerlo, si por cada persona hay una manera de ver el mundo, de verte a ti, a mi, a nosotros, ¿dónde crees poder encontrar la verdad? 
Hoy escribo en honor a la verdad y a la libertad, porque el día de mañana habré muerto. Y espero que mi pequeño legado perdure durante mucho tiempo. La verdad y la libertad están solamente en nuestros corazones. La libertad y la verdad forman parte de lo que nuestro corazón nos hace seguir para ser felices.Y solo separándonos de nuestros terrores infundados podremos ser felices. ¿Eso es posible en este mundo? Puedes apostar que no, por eso quiero morir aquí. Quiero morir, y quiero olvidar todo lo que me ha hecho casi imposible ser feliz. Quiero olvidar a ese maestro que me miraba como si fuera un niño sin futuro ni razón para vivir. Quiero olvidar a ese juez que me separó de mi familia. Quiero olvidar ese amor que acabó mintiéndose a sí misma, que se dejó llevar por el terror y que me hundió en la última miseria. Jamás estando vivo olvidaré el día en el que todos y cada uno de ellos decidieron dejar de creerme para creer en la mentira.

- ... Yo aún tengo mi última voluntad, y tu compañía ha sido lo más importante que he tenido este tiempo atrás. Y por redimirme de esta culpabilidad quiero llevar tu verdad a quien más desees. Escribe, y yo me encargaré de que llegue a su destino, como si se tratara de tus últimas palabras.

Pasaron los fatídicos días hasta la primera ejecución, y el acusado dejó caer una nota frente a la celda contigua:

" He intentado escribir, de veras, pero nada organizado ha sido capaz de salir de mi mente atormentada. Por eso quiero que hagas llegar esto a la única persona que me ha importado y que aún creo que queda viva...

Querida:

Cuando muera, moriré en silencio, porque mis últimas palabras son las que lees en este trozo de papel. Mi pequeña verdad, tan cierta para mi como falsa para ti, y para otros. No creo que eches de menos nada de mi, pero yo echaré de menos esos minutos en los que pude sentirme en paz en un mundo lleno de falsas apariencias. Y cuando me borren de este planeta, llevarme conmigo solo una breve sonrisa tuya, reflejo de tu corazón, la única verdad que siempre quise defender en ti. Me iré lamentando muy tristemente el día que me diste la espalda, porque pasaste de ser el único pilar de mi vida a ser el ancla que me hundió en las profundidades de la tristeza. Espero que en tu vida no vuelvas a ignorar lo que tu corazón te dice, porque esa siempre será la única verdad. No hagas caso a nada más que no sea sus latidos."

Un nombre adjunto y una dirección, la mancha de una lágrima yace en una esquina, y un deseo que se llevaría a cabo.

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