lunes, 1 de diciembre de 2014

Carta de un marinero

"¿Sabes por qué elegí esta playa como nuestro santuario?... Sin duda alguna, decidí que la costa sería nuestro punto de partida. Nuestro destino sería el horizonte, y el mar, bravío y cambiante, nuestro mayor obstáculo. Cuando te miraba, sabía que cada paso que diéramos se convertiría en un logro único e inconmensurable. Veía en tus ojos la mayor de mis travesías, con la mejor compañía y la mejor y más resistente embarcación. No cabe ninguna duda de que tu mirada prometía más que aventuras, y embaucaba a mi alma por encima de mi control. Eras tentadora, más que cualquier tesoro en cualquier mapa perdido.

...

Una playa que siempre me lleva hasta ti. El sonido del mar enmascara bien mi voz en mi mente, porque creo que me avergonzaría con todo lo que te confieso cada vez que vengo... Pero... No se cómo puedo seguir vivo después de... tu accidente.
Algunas veces creo que la vida se equivoca en sus elecciones. Para mi no existe la suerte, ni la casualidad. Para mi... Existe el error y el acierto. Estoy convencido de que el destino cometió un error contigo. Tú deberías estar aquí, deberías ser el timón de mi embarcación, mi vela y tus ojos cada farol que alumbraran el nocturno mar. Tú... Deberías seguir siendo mi futuro.

La vida me ha forzado a venir aquí desde el día en el que te fuiste. No me queda nada que agarrar mas que breves recuerdos. Solo fe... de que puedas saber de mí allá donde quiera que estés. Aunque me quede sin dinero, sin casa, al igual que en su día me quedé sin barco, te prometo, aunque lo haga todas las noches que vengo a verte, que siempre escribiré para ti. Dejaré siempre un mensaje que, espero, la corriente lleve a tus manos. Jamás te olvido, porque aunque tu ausencia me atrape, tu recuerdo sigue siendo luz cuando me siento perdido. Pensar en ti es divisar un faro en una tormenta. Pensar en ti es sufrir, pero también es saber que jamás hubo mejor guía, mejor brújula, ni mejor tesoro... Que tú.

Te extraño pequeña marinera."

Tras preparar la botella con el mensaje y lanzarla... solo le quedó observar y oír con detenimiento el movimiento de las olas a medida que éstas se llevaban su mensaje a un puerto mejor. Estaba convencido de que la vida le compensaría su error al menos con eso: algo de lo que alegrarse en medio de la pura soledad.