jueves, 13 de diciembre de 2012

Siempre salvado...

Esa noche llovía. Sus pasos hacían eco en la calle nº 17. Acompañado por destelleantes rayos y truenos desmedidos, su pequeño mundo se hacía aún más pequeño. En su mente, dando vueltas, el sonido del despecho, del desprecio y la ira, rabia contenida que hubo de verse escapar por algún hueco, explotar por alguna parte de la rutina. No dejaba de darle vueltas: sus palabras no fueron dañinas, su intención se alejaba de la maldad; pero sus errores no lo abandonaban.
Tan inocente como siempre, humilde y bonachón. Noble como él solo, y para nada rencoroso. Así lo definían las pocas personas que le tenían aprecio. Así se conocía él a sí mismo por medio de su alrededor, y por encima de todo siempre trataba de comportarse lo mejor posible con todo el mundo. En su pasado, soportó grandes cargas emocionales, confidencias de amistad, tal vez demasiadas. Fue oído para muchas bocas desesperadas, fue hombro para muchas lágrimas derramadas y fue consejo para muchas almas, pensaba, descarriadas. Nunca soltó más palabra que la necesaria para ayudar y se volcó tanto que su mundo se volvió negro como la noche, solitario y frío. Su error: cometió la insensatez de dejarse cargar, y ahora no puede verse como más que una carga cuando es él quien necesita ayuda.
Por eso caminaba a solas esa noche. Se rompía su realidad, y solamente quería desaparecer para siempre. Siempre deseó que nadie lo hubiera conocido. Desaparecer de la vida, de las mentes y de los recuerdos ajenos. Así, pensaba, habría solucionado todos los problemas y nunca tendría que haberse convertido en una carga para las personas a quienes confiaba un pellizco de su ser.
Había tenido problemas con personas que le importaban. Como siempre, el egoísmo del más humano contra la generosidad del más persona. Nunca pudo comprender tal incongruencia como es la incomprensión, la intolerancia y la falta de respeto hacia sí mismo, el cual siempre trataba de comprender, tolerar y respetar a los demás.
"¿Cuál es el sentido de todo esto?" se preguntaba mientras pateaba una lata tirada. Su cabeza se cansaba de pensar, y la lluvia lo enfriaba cada vez más. "No he querido dañar a nadie, ni siquiera sabía que siendo como soy solamente consigo hacer daño y conseguir estas reprimendas..."

No tuvo tiempo de dejar de pensar cuando sonó su teléfono móvil.
- ¿Dónde estás? Es algo tarde, y te estoy echando ya muchísimo de menos.
- Estoy caminando por la calle, de camino a casa... *Suspiro* 
- ¿Qué te pasa, estás bien cariño?
- Sí... Estoy bien... - replicó con tono de cansancio.
- No me lo creo. Sé cuándo te pasa algo. Siempre me has contado eso de que te sientes mal cuando te pasa algo y decides contarlo. No estoy aquí para decorar, para sonreír y para que lo pintemos todo de rosa. Tú me importas más que nadie en mi vida, y te puedo asegurar que deseo ayudarte, porque nadie más que tú se merece un empujón cuando realmente es necesario.

Tras un breve silencio, comenzó a hablar:
- Soy estúpido. Ayudo a la gente, me preocupo por quien tiene problemas, me importan bastantes, y siempre trato de hacer que todo vaya bien. Y no me doy cuenta del egoísmo de este mundo, no hasta que me doy de frentes con él. Me he vuelto a encontrar con una persona que, sin saber por qué, dejó de hablarme hace mucho tiempo. La última vez que tuve un diálogo con esa persona, trató acerca de su problema para conciliar el amor con otra persona, y me ofrecí para aconsejar acerca de cómo pienso que es mejor sobre el comportamiento y la actitud. Como siempre, fui un oído que escuchó y una mente más que solo intentó ayudar. Como consecuencia, su amor fue finalmente conciliado y así me quedé después: solo. Tras todo este tiempo no se ni cómo le ha ido a esa persona. Y cuando la vuelvo a ver ni siquiera recuerda mi nombre. He tenido que recordárselo para enterarme de que tengo la culpa de que todo a esa persona le vaya mal ahora. He sido quien incitó a esa persona a fracasar en su vida, la cual fue una ciega que no pensó en sus acciones. He sido directamente responsable de que sufriera por otra persona, y ahora piensa que debo pagar por mis actos. Suena realmente estúpido todo, y aunque haga uso de mi madurez, duele saber que en el mundo existe tal capacidad de egoísmo para culpar a los demás. Duele saber que nadie es capaz de mirar por otra persona, y tener un poco de empatía. Me duele todo, a pesar de que mi madurez me diga que lo olvide, que no es mi asunto.
- La verdad es que eres un poco tonto, pero no te lo tomes a mal. Eres bueno, y de demasiado bueno que eres, te toman por tonto. Eres muy empático, eso lo se, pero no tienes que dejarte hundir por nadie. Tú hiciste lo que viste mejor en ese momento y, como siempre, ayudaste como mejor puedes hacer. El resultado no incumbe a tu persona, ni eres responsable de eso. Cada persona tiene su propia vida, y tú no puedes manejar las riendas de los demás. Tampoco pueden los demás obligarte a llevar sus riendas, y por lo tanto, sus responsabilidades. Por eso te animo a que dejes de pensar en eso. Es tarde, y yo te echo de menos. Yo estoy aquí. Tú me ayudaste a ser quien soy ahora. Y no voy a devolverte una bomba de relojería. Voy a devolverte todo lo que me has dado, pero lo haré multiplicado por 1000. Porque te lo mereces, y ya está. Olvida la idea de sentirte culpable por todo. Si te sientes culpable de algo, que sea que estoy aquí sola esperándote *resopló*. Y eh, no voy a estar enfadada, es más, me alegra saber que dentro de ti sigue habiendo un tontito demasiado bueno al que hay que cuidar. Vuelve por favor, no quiero estar más tiempo sin ti.

...

- Pues ya puedes abrir la puerta. He venido corriendo.

La puerta se abrió y allí estaba él. Estaba mojado, pero no pudo evitar el abrazo.

- Soy estúpido, pero tengo a la mujer más preciosa de todas. La que siempre me ayuda y siempre me aconseja. Eres esa figura que siempre he necesitado. Y cuando se me derrumba el mundo, y me abandona la razón, la lógica y la madurez, ahí estás tú para recordarme quién soy. Soy una persona importante para una persona solamente. Y para mi ese es el mayor regalo del mundo. Gracias por ser mi guía... Porque de tanto guiar a los demás, perdí mi rumbo.