domingo, 27 de enero de 2013

Reciprocidad.

Me preocupo cuando lo necesitan. Sonrío cuando quieren. Ayudo cuando corren peligro. Oigo cuando hablan. Comprendo cuando se lamentan. Busco cuando se pierden...
Y cuando esperar recibir lo mismo es lo más obvio, la realidad se muestra tan dura como la vida que toca vivir.
Nada de sonrisas. Nada de oidos. Nada de comprensión ni ayuda. Nada de consuelos ni caminos para no perderse. ¿Que hacer?
En un mundo plagado de egoísmo y tan falto de cooperación sólo es posible sobrevivir guardando bajo llave lo que hace seguir en pie cada personalidad, cada vida. Ofrecer es precioso pero no es la hora sino de reservar y preservar. Quien más ofrece más pierde. Quien menos pierde y más recibe, más gana, sea lo que sea solamente se trata de saber conseguir beneficios de cada persona que se conoce.
Nada es más enfermizo que conocer el defecto de un mundo, y observar que el mundo no tiene prisa en encontrar la solución.