martes, 31 de marzo de 2015

Fin de la cita

"Y si de verdad eres capaz de verme tras mi cárcel es que tu persona es realmente afortunada. [...] Porque, aunque no encuentre razones, sigo cerrando puertas y ventanas. Sigo temiéndolo todo: por seguridad, por inseguridad.

Como aquel que prefiere dormir mil horas y despertar en un mundo distinto.
Como aquel que huye hacia el silencio y no quiere ser oído.
Como aquel que no habla y mira al infinito, buscando un lugar desconocido.

He aprendido que 'yo' no significa 'nosotros' y que mi sonrisa no significa futuro. He aprendido que el dolor es permanente, que recordar es dar un paseo en chubasquero por el corazón. He mirado a los ojos de la completa perdición solamente para no tener que perderme en otros. He aprendido a callar, mirar, luchar, asumir y continuar.
He aprendido tanto... que jamás abriría ninguna de mis puertas. Y el tiempo las convertirá en muros de bisagras oxidadas: ásperas, robustas, fijas.

Considera tu existencia afortunada si eres capaz de verme tras los muros, porque incluso el tiempo que tienes para hacerlo cuenta en negativo en mí: no me queda tiempo para existir en la vida de nadie más, ni esfuerzo ni ganas ni deseos.
Y no hay tanque ni ariete que me haga cambiar de parecer."

Colgó el teléfono.
Colgaron lágrimas.
Fin de la cita.