martes, 27 de mayo de 2014

Conversaciones.

- Necesito comprender cómo puedes llegar a este extremo. No hablas, no ríes, no escuchas... Ni siquiera duermes, y tus ojos parecen caerse a trozos. ¿Por qué no puedes llevar una vida normal? ¿Por qué siempre andas metido en algún lío, con algún problema, inquietudes o razones para preocuparte? No te entiendo, no te puedo comprender. No me cabe en la cabeza sabiendo todo lo que te hemos intentado ayudar... Porque te queremos y queremos que lleves una vida estable sin tanto sufrimiento... Por favor, mírame cuando te hablo, porque ni eso puedes hacer por lo que veo.

- No intentes arreglar mi fachada para un mundo de ciegos. No procures que hable para sordos. No pretendas ser si la realidad se llama soledad. No quieras saber lo que más tarde se convierte en una carga. ¿Ves lo que tienes delante? Tienes a alguien que se siente solo. Y esta soledad no se arregla con una compañía muy bien pintada. Esta soledad no se espanta durante un rato en una fiesta, ni yendo al cine ni jugando a los bolos. Esta soledad no engaña, porque esta sabe golpear donde más duele. No sirve de nada que grites, no te quiere oír. No te quiere ver. Esta soledad nació casi conmigo, y en mi primer llanto se convirtió en sello maldito.
No hablo porque me absorbe la voz.
No río porque se llevó mi optimismo.
No duermo porque me quitó mi paz.
No llevo una vida normal porque mis ojos saben ver la auténtica y cruel realidad: nunca ha habido nada.
Si quieres un consejo: haz caso a tu mente como han hecho todos, y olvida lo que no puedes solucionar con métodos superficiales... tarde o temprano el olvido será mi merecido hogar.

Él le dio la espalda a ella al terminar de hablar. Sólo quería dejar de molestarla y que como mínimo ella pudiera seguir con su vida. Al menos así él podría ser un poco más feliz. Odiaba sus maneras tan bordes... Pero su tono siempre ocultaba a ese chico pequeño temeroso que necesitaba ayuda.

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