viernes, 14 de febrero de 2014

" La mar, el mar "

Por fin, colocó el último ladrillo de su obra. Alzó su vista y observó su propia creación, emocionado y cargado de ilusión.
Tanto tiempo buscando su estructura, su forma y la arquitectura más adecuada dio al fin sus frutos: su fantasía estaba finalizada.

Vaya sonrisa, vaya mirada. Vaya vida que se alegraba de sus logros, vaya pasitos que se convirtieron en largas zancadas. Su talento hecho oro, ya fuera en prosa o en verso, de medida alejandrina o repartido en cuartetos. Ya fueron viva imagen de su más pura esperanza, fuerza imparable, un guiño que se clavaba en el destino como una lanza. Su mejor escudo y también mejor arma...

Vaya felicidad, arquitecto de palabras.

Y en este mundo de silencios se construyen monumentos líricos y poéticos que con su luz son faros para marineros inexpertos. Para que la mar no los lleve al mar... Para no acabar con un corazón muerto y amargos besos...

Para no terminar dejando de ser arquitectos y destruyendo sus obras por ese amor que quiso y no pudo ser perfecto.

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