Dulce. Dulce es la brisa y respirar. La libertad de ser preso de dulzura, la pura verdad de una vida arrebatada en aparente cordura.
Dulce es el amor que viene y va. Que pinta de rojo acuarela y lluvia, disueltos en dulces deseos, espuma de un mar sin dueño.
Dulce es la mirada por ser escudo de la sinceridad. Porque el silencio acompaña entre versos, versos de mirar puro y perfecto.
Pues casi todo en la vida es dulce. Todo, menos los besos que no se dan, menos el amor que ama la guerra y el recelo. Todo, menos una traición con forma de puñal, y vivir mentiras detrás de velos.
Y es que la dulzura deja paso a la amargura con tanta facilidad. Y es que la amargura es del llanto su hogar.
¿Y qué somos sino gotas de esta incesante lluvia? ¿Qué valemos si no damos nada a valorar?
...
He aprendido tarde a valorar lo único que se me ha dado de regalo...
... Solo la que se vive con respeto por la belleza, atención a cada sonrisa, sin detenerse y con profunda locura...
... Solo esa es la eterna vida de dulzura.
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