miércoles, 5 de febrero de 2014

Eterna carrera

Lo tenía todo preparado: la ropa en su bolsa, la montura bien atada y su fiel corcel a punto y bien alimentado.
Miró al sol y dejó escapar una leve sonrisa,  mientras acomodaba su sombrero con rapidez. Era el momento adecuado.

Ser armó no sólo de sus pertenencias sino de su más profundo valor, y susurró a su compañero equino que todo iba a salir bien y con el jinete a punto salieron al viaje.
Él soñaba con el sol, con ese calor y su majestuosidad. Vivía para perseguirlo y acabar su vida tan alto como su caluroso mentor. Amaba el fuego y la pasión, y su amor era loco y desquiciado como él mismo.

Su caballo galopaba a más no poder, haciendo polvo el camino y con una energía que bien no podía salir casi del mundo real. Jinete y corcel enlazados por el mismo deseo, la misma fuerza... Y nunca se rindieron.
El sol ante ellos corría y corría, siempre hacia el horizonte, tanto y tan veloz que la carrera se les hacía más y más difícil. El jinete gritaba para alcanzar más velocidad porque el sol se les escapaba.

Mágicamente el sol parecía no huir más, el galope era excesivo, el mundo casi desvanecido, la voluntad los alimentaba y no había nada que pudiera con ella... nada... hasta ese fatídico momento.

Silencio, impotencia perpleja... Cansancio y sobretodo angustia... El océano se extendía ante ellos. El jinete agachó la mirada, y bajó de su montura para arrodillarse en la orilla.

"Viejo amigo... Lo hemos intentado lo mejor que hemos podido... Dándolo todo, y parecía que lo teníamos ya con nosotros,  ¿eh?"

Y solo el silencio acompañó al sol, que finalmente se escapó, perdiéndose en el horizonte...

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