jueves, 1 de septiembre de 2011

Existencia Correspondida...

Se encontraba mirando las estrellas. Allá donde nadie más lo encontrara, en ese pequeño hueco de su mundo reservado, imaginaba cielos agujereados, caprichos de aquello que estuviera sobre su cabeza. De vez en cuando suspiraba, pensando que el cielo no era más que otro límite que había que superar. Tras él se escondía la luz que tanto tiempo llevaba buscando, las estrellas se lo demostraban segundo tras segundo.

Alargaba los brazos hacia el infinito, deseoso, ansioso, esperanzado, y cerraba sus ojos con fuerza. Deseaba con todo su corazón alcanzar la libertad, el poder para volar sin necesidad de separar sus pies del suelo. Era el perfecto conjunto de aquella brisa, el sonido de las olas, el tacto de la arena, lo que hacía que respirar fuera otro método más para fundirse con la naturaleza. Su naturaleza apaciguada, de mirada noble hacia el horizonte. Perdía cada vez más la noción del tiempo, incluso del espacio. En su interior podía observar aquel mundo que tanto deseaba construir en su corazón y en el corazón de aquella persona especial...

¿Cuándo sería el momento? Sus palabras recorrían cada silueta del mar en busca de respuesta, ahondaban en lo profundo de su oscuridad, curiosamente, radiante de la tranquilidad propia de la iluminación. Pero no obtenía la respuesta. Nunca lo conseguía, a pesar de que nunca dejara de intentarlo.

Sus ojos aún se mantenían cerrados. Caminaba entre espigas de trigo dorado en un campo interminable con el viento de frente. Los brazos esparcidos por su alrededor dejaban que su cuerpo se fusionara mediante los sentidos con el entorno. Y cuando menos lo esperaba, se encontraba inmerso en un prado de césped verde y húmedo. Cada reflejo de luz y color dejaba entrever que su espíritu era colmado cada día de vida y razones para seguir hacia delante. Su brillo delataba a ese pequeño sastre de sonrisas que escondía en una parte de su corazón... Pero nadie regresaba del desdichado viaje. Nadie acudía a la llamada de su voz desgastada de repente.

La costa cada vez era menor, la marea subía rápidamente aquella noche. Su cuerpo, inmóvil casi por completo, se mantenía en trance con el efecto de su imaginación. Allí, todo era perfecto, ideal. Allí las ideas volaban libres y los pensamientos decoraban cada rincón oscuro. Allí su cuerpo y alma eran el perfecto equilibrio y su mirada nunca sería testigo de atrocidades. Tan increíble era que la tímida sonrisa en su cuerpo surgía poco a poco.
Allí, en el acantilado de su atardecer, divisaba lo eterno con aires de fe y esperanza. Y de repente escuchó una voz:

" Ya estoy aquí, ya no tienes de qué preocuparte. Tus palabras las he escuchado con detenimiento, tus gritos formaron parte de mi rutina, y nunca dejé de buscarte. Por fin te encuentro, y eres tan maravilloso como imaginaba. Quiero que sepas que nunca te dejaré, porque mi destino yace escrito en la arena que hay bajo nosotros. Nos rodea y nos une, para siempre en el tiempo. "

Abrió los ojos al notar el frío en sus pies. La marea le había alcanzado hasta los tobillos. Quiso levantarse rápidamente, pero en su lugar se mantuvo en calma mirando varios metros más abajo. Era el océano. Le alcanzó finalmente en la noche de la que disfrutaba con calma por una vez desde hacía muchísimo tiempo. Miró nervioso la arena, y la encontró removida y algo húmeda. Pero, con detenimiento, observó algo que lo marcó para siempre. Huellas. Se levantó con prisa para seguirlas, pero se dio cuenta de un hecho increíble: las huellas se dirigían al fondo del océano.
Entonces el horizonte pareció haberle sonreído y las estrellas gritaban de alegría. Sus palabras llegaron como en carta en una botella al oído de aquello que siempre estuvo ahí acompañándolo...

Ya parecía estar dispuesto a retirarse para dormir cuando una ola venida casi de la nada rompió a metros delante de él. El agua salpicó, llegando hasta sus piernas, y recorriéndolas hacia abajo. El chico sonrió, y con esa pequeña sonrisa imborrable suspiró:

"Sí, que descanses... Hasta mañana"

No hay comentarios:

Publicar un comentario