miércoles, 25 de junio de 2014

Corta arremetida

He visto desvanecerse mis suspiros en busca de mil soluciones, y con mi mirada perdida he caído otras mil sobre mis propias rodillas. Por ser puro egoísmo, tus palabras, y cada gesto del que haces una ostentosa gala, y dirigirlo todo hacia mis agrietadas murallas. Porque no te importa, es verdad, a quién le importaría apreciar y respetar la dificultad de tener valentía, valor en cada una de nuestras miradas y nuestra voz.

Caes, como rocas que no se resisten a la gravedad, como barcos de papel en una cascada, en la facilidad de la crítica, la tuya ceguera y de cada una de tus palabras. Y así, golpe a golpe, la vida decae y se estampa en la oscuridad de cara, nos rodea y nos atrapa en la perdición, engañados con poder encontrar un solo mapa. Porque cuando atacas y no paras solo alimentas tu maldición, y se acaba el cariño por poco que haya. Se acaban las sonrisas y empiezan las mentiras de dolor.

Y no es suficiente ironía, no, que es necesario adivinar en ese momento que tu ayuda ni ha servido ni servirá, que cuando hablas ya rompes puentes con cualquiera de mis yo. Y todo se convierte en una lucha por la defensa de mi alma, mente y corazón... Todo entonces se resume en perder.
No existe más ciego que quien no quiere ver.

1 comentario:

  1. Detrás de la tormenta siempre queda la calma. No pierdas la esperanza.

    ResponderEliminar