viernes, 19 de septiembre de 2014

Pensar en duplicado

Piensas que sí.
Que te sonríe el espejo, y la luz del sol te sienta hasta bien en el rostro. Piensas que todo está realmente hecho, que esta vez has ganado la batalla por paliza, que puede inundarte la tranquilidad. Piensas que has alcanzado el objetivo, que el esfuerzo ha merecido incluso más que la pena. Piensas en sonreír porque estás seguro en las manos de tu logro. Piensas en positivo porque la vida se ha convertido en algo simple que se sostiene solamente con tu bienestar y el de tu ansiada compañía.

Te das cuenta de que no.
No eres quien desearías ser en el momento en el que te compadeces de tu reflejo. Tu mirada describe perdición y tu temblor solo expresa verdadero miedo. La vida que te rodea no te lo ha puesto para nada fácil, y por más que ansías compañía y seguridad en tu interior conoces la naturaleza errática e imperfecta del ser humano. No puedes depender de ella. No debes dejar caer tu peso en sus manos. No puedes confiar en un "para siempre" por mucho que lo sueñes. Ni una ni mil promesas ni palabras bonitas te distraen de la verdadera esencia, que es el creer. No te sirve creer porque no conoces la confianza. Solo conoces el dolor de la pérdida, el abandono, la soledad y la falta de apoyo. Solo conoces el silencio y el grito ahogado. Solo conoces el error y el arrepentimiento. No puedes alzar la vista porque ni siquiera puedes acabar de verte a ti mismo. No puedes pensar en el presente o en el futuro porque el pasado es una cicatriz que aún palpita de dolor.

Y cuando todo se calla a tu alrededor y te toca decidir, piensas...

Piensas que no.

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