lunes, 28 de octubre de 2013

La nada del todo

Tengo cinco minutos y no se por dónde agarrar tanta desesperación. Me desespera ser tan atento, ser de esos que puedes ignorar unas 30 veces cuando lees "te echo de menos" día tras día. Las personas a las que echo de menos pueden contarse con los dedos de una mano, aunque a mi nadie me incluya en sus cuentas de dedos. ¿Por qué? Fácil, ser atento y bueno es sinónimo de ser prescindible. Porque saber que estoy aqui supone que pueden olvidarme tantas veces como quieran... nadie me pierde porque soy irremediablemente estú... em, atento y bueno.
Maldito whatsapp y malditas nuevas tecnologías. Qué bien ayudan, y a su vez, qué bien consiguen que una persona se sienta humillada y menospreciada en cuestión de un "visto"... Porque la realidad es lo que se refleja en una ausencia de respuesta: no te necesito ahora mismo, asi que piérdete.

Yo soy una de esas personas que de tanto ofrecer se han vuelto innecesarias, que de tanto atender se han convertido en prescindibles. Tan leales y fieles que hemos sido olvidadas miles de veces, y no aprendemos la lección: seguimos siendo nada para aquellas personas que son todo para nuestras vidas.

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